
La ruta Nakasendō (中山道), que significa literalmente «camino a través de las montañas», fue una de las cinco rutas principales del periodo Edo (1603–1868), conectando Edo (actual Tokio) con Kioto. A diferencia de otras rutas que bordeaban la costa, como la Tōkaidō, la Nakasendo atravesaba el interior montañoso del país, recorriendo algo más de 500 km y pasando por 69 estaciones o ciudades postales donde los viajeros podían descansar, comer y pernoctar.
Esta ruta era usada por samuráis, comerciantes, peregrinos y hasta daimyos (señores feudales) durante el sistema de sankin-kōtai, cuando debían viajar con sus séquitos a Edo como muestra de lealtad al shogunato. A día de hoy, caminar por la Nakasendo es una forma única de conectar con ese pasado, entre aldeas, bosques y senderos empedrados.
¿Qué tramos se pueden recorrer?
Aunque la ruta completa ya no se conserva íntegramente, hay varios tramos que todavía permiten vivir la experiencia de caminar por el Japón antiguo. Los más importantes son:
- Magome – Tsumago: El más famoso y mejor conservado, del que hablamos más adelante. El camino está bien mantenido y hay bastantes servicios durante la ruta.
- Prefectura: Gifu y Nagano
- Longitud: 8 kilómetros
- Duración aproximada: 3 horas
- Narai-juku – Yabuhara-juku: Este tramo, algo más exigente que el anterior, atraviesa el Torii-tōge, uno de los puntos más altos de toda la Nakasendo, a unos 1.200 m de altitud.
- Prefectura: Nagano
- Longitud: 6 kilómetros
- Duración aproximada: 3 horas
- Sekigahara – Tarui-juku: Sekigahara fue el lugar de la Batalla de Sekigahara (1600), que marcó el fin de la era de guerra civil y el inicio del shogunato Tokugawa, un momento muy relevante en la Historia de Japón. El paisaje de esta ruta es más abierto y discurre por llanuras y campos de cultivo.
- Prefectura: Gifu
- Longitud: 7 kilómetros
- Duración aproximada: 2 horas
De Magome a Tsumago

Este tramo atraviesa colinas, bosques de cedros y bambú, y pequeños pueblos en los que todavía podemos apreciar el ambiente del Japón feudal. Se recorre en unas 2,5 a 4 horas, dependiendo del ritmo, y aunque tiene algunas subidas y bajadas, es apto para casi cualquier persona con condición física media. Está muy bien señalizado tanto en japonés como en inglés, lo que lo hace fácil de seguir sin guía. A lo largo del camino hay baños públicos, fuentes de agua, máquinas expendedoras, y casas de té tradicionales, además de tiendas y restaurantes al inicio y final de la ruta.
Magome es un pueblo de montaña reconstruido de calles empedradas, casas de madera y vistas espectaculares a los Alpes. Desde allí, el sendero asciende suavemente entre arrozales, arroyos y pequeñas cascadas. A lo largo del recorrido, se pueden ver campanas colocadas para ahuyentar osos, que hoy en día son más una curiosidad que una necesidad. Al llegar a Tsumago, uno de los pueblos más auténticos del Japón histórico, el visitante se encuentra con una atmósfera completamente tradicional. En cualquiera de las dos localizaciones podemos pernoctar en alojamientos ryokan, así como visitar museos y antiguas posadas.


Desde Asiahop recomendamos comenzar la ruta desde Magome porque, aunque comienzas subiendo un par de kilómetros, más de la mitad del trayecto será un cómodo descenso hacia Tsumago. Para acceder a esta ruta tenemos varias opciones, aunque quizás la más fácil sea desde la región de Kansai (tren de Nagoya a Nakatsugawa y autobús a Magome). Aunque es el tramo más popular sigue siendo todavía una experiencia poco masificada que permite disfrutar de un Japón tradicional en medio de una imponente naturaleza.
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